Imperdibles:

miércoles, 6 de agosto de 2008

Spleen

Hacía semanas que Simón acariciaba la idea griega de la nada, idea filosófica, pura concepción del espíritu (…). Y sin embargo, progresivamente caía en esa nada. Se dejaba arrastrar por ella como por una mujer misteriosamente seductora. Apartando sus otros pensamientos, se abandonaba al sentimiento y casi a la sensación de una desaparición total, sin resurgimiento ni despertar, sin señal de vibración o de palpitación, un estado que, como máximo, podía situarse antes del nacimiento o después de la muerte, una tiniebla, una ausencia en la que el alma misma desaparecería y con ella toda conciencia, toda existencia. Mentalmente repetía palabras mágicas como nada, vacío, jamás, no-ser; alejaba de su mente cualquier imagen de objeto o persona viva, cualquier sonido de voz, color u olor. Y se imaginaba su cuerpo, así aligerado, elevándose del suelo para fundirse en otra materia que a su vez se desvanecería en partículas imperceptibles. JEAN-CLAUDE CARRIERE.

No hay comentarios: