"Y, amigos míos, cuando se encanta, cuando se conquista, cuando se coacciona la libertad humana, sólo está justificado si existe un gran motivo poético y amoroso". José Val del Omar
La semana pasada (del 11 al 14 de agosto) han estado proyectando todas las películas de Val del Omar en la Cátedra de Cine de la Universidad de Valladolid. Para mí han sido días muy especiales, de reencuentro con sensaciones que identificaba con la adolescencia. Algunos preferirán otros directores, pero para mí no hay ninguno como Val del Omar.
De él hay que aprender a ser inconformista y a ver más allá de los tópicos transformándoles en una obra de arte total, repleta de lírismo y misticismo.
Val del Omar contaba que de niño le gustaba meterse debajo de la cama para, con una linterna y trozos de cristal tintado, realizar sus propias proyecciones. De ahí surge su idea del cine como un acto de fe y ahí empieza su principal problema: el inventor se ha comido siempre al artista, dada la ingente lista de innovaciones técnicas y la escasez de películas, solo dos: Aguaespejo Granadino (1955) y Fuego en Castilla (1961). Personalmente prefiero no incluir Acariño Galaico, que solo sirve para concluir lo que él mismo llamaba su Tríptico Elemental de España, pero no llegó a concluir.
Ya lo dice en uno de sus poemas de la serie "Tientos de erótica celeste" y recogido por Lagartija Nick en su disco homenaje: Las imágenes nos tocan, la luz y el sonido nos toca. Somos la retina, palpitación táctil.
De él hay que aprender a ser inconformista y a ver más allá de los tópicos transformándoles en una obra de arte total, repleta de lírismo y misticismo.
Val del Omar contaba que de niño le gustaba meterse debajo de la cama para, con una linterna y trozos de cristal tintado, realizar sus propias proyecciones. De ahí surge su idea del cine como un acto de fe y ahí empieza su principal problema: el inventor se ha comido siempre al artista, dada la ingente lista de innovaciones técnicas y la escasez de películas, solo dos: Aguaespejo Granadino (1955) y Fuego en Castilla (1961). Personalmente prefiero no incluir Acariño Galaico, que solo sirve para concluir lo que él mismo llamaba su Tríptico Elemental de España, pero no llegó a concluir.
Ya lo dice en uno de sus poemas de la serie "Tientos de erótica celeste" y recogido por Lagartija Nick en su disco homenaje: Las imágenes nos tocan, la luz y el sonido nos toca. Somos la retina, palpitación táctil.
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